En Audi quieren que el R26 cause una gran impresión.
Sin duda, en el automovilismo existe una estética propia, formada y desarrollada durante décadas, y el aspecto del coche de cada equipo es muy importante, ya que influye en la percepción de los espectadores y se convierte en uno de los factores indirectos de los que dependen tanto la actitud del público como, quizá, incluso el tamaño de su legión de seguidores. En Audi lo saben bien, por eso prestan especial atención al diseño de su nuevo monoplaza creado para la Fórmula 1. La responsabilidad de esta tarea recae personalmente en Massimo Frascella, cuyo cargo suena algo inusual: «Director creativo jefe». En la práctica, significa que él es el director de diseño de la compañía alemana, cuyos coches en carretera son difíciles de confundir con otros. Ese enfoque ahora se aplica también a su nuevo proyecto en la Fórmula 1. «Una línea vertical nítida separa la parte delantera del coche, pintada en un color plateado-magnesio, de la trasera, en cuyo diseño se ha empleado un rojo de un tono especial propio únicamente de Audi», cita a Frascella Gazzetta dello Sport. «Las superficies laterales de esa zona son negras y se les ha dado una textura de fibra de carbono. Queremos que nuestra R26 cause la impresión más llamativa de entre todos los coches del campeonato. Aspiramos a convertirnos en la marca más atrevida también fuera de las pistas, queremos crear un cierto efecto cultural, forjar una percepción profundamente emocional que evoque una sensación de audacia y refinamiento. La Fórmula 1, ante todo, se asocia con la velocidad: por eso estamos aquí ahora».
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